domingo, 21 de septiembre de 2014

Cuéntame un cuento

¡Hola a todos y a todas! Sí, hemos sobrevivido a la primera semana de la vuelta a la rutina. Esta semana ha sido un poco loca. Levantarse temprano, estar seis horas sentad@s en una silla incomodísima, acostumbrarse a los nuevos horarios de actividades, volver a mentalizarse para sentarse ante los libros de texto,etc. Total, que en estos siete días ha reinado la desorganización. Por eso he llegado al domingo sin ni siquiera  una idea para la entrada de la semana. Pero no pasa nada, porque la inspiración acaba llegando y ya estoy delante del ordenador escribiendo unas líneas para mi rincón más especial de internet.
Antes de nada, un aviso: Seguramente durante el curso no seamos capaces de sacar una entrada semanal, pero que no cunda el pánico. Paula y yo hemos estado hablando y hemos acordado que cada semana publicará solo una de nosotras. De este modo tendremos dos semanas para preparar cada una de nuestras entradas y os aseguramos que, en todo ese tiempo, vamos a encontrar un hueco para el blog.
Ahora sí, hablemos del título de esta entrada, que es lo que os interesa.
Los cuentos han marcado mis inicios como lectora y es algo que le tengo que agradecer mucho a mi familia. En especial a mi madre, porque cuando yo todavía no sabía leer (y cuando ya sabía, no nos engañemos) era ella quién me transmitía las historias que más me gustaban y me enseñaba las ilustraciones una y otra vez; hasta tal punto que ya ni necesitaba leer las letras para saber lo que venía a continuación. Muchas noches, yo, era una niña insaciable y quería un cuento tras otro y ella ahí seguía, en mi cama, con mi cuento favorito en su boca. Claramente, llegó el día en que consideró que tenía que ser yo quien leyese las hsitorias. 
La verdad es que, al principio, no me llamaba demasiado la idea. Pero una se va acostumbrando y empieza a ver las ventajas de leer algo por sí misma.
Y, aún ahora, me siento delante de la estantería de los cuentos. Los miro. Veo cuales están más desgastados, esos son los mejores. Los voy identificando y empiezo a ver a Bambi asustado, a Caperucita Roja cogiendo el camino que YO he elegido, al Sultán espantado por los ratones que hay en sus quesos, a la cebra Camila con mil colores, etc. Todas los cuentos van pasando por mi mente. Entonces es cuando me paro a pensar. ¿Por qué los he dejado de lado? ¿Por qué no sigo cogiendo uno cada noche? ¿Por qué me respondo a esas preguntas con un: has crecido, ahora lees otras cosas? Y entre pregunta y pregunta, sucede. Me acerco lentamente y cojo mis cinco cuentos favoritos. Los miro con cariño, los toco como si fuesen un tesoro (porque lo son) y...empiezo a leerlos. En ese momento es en el que te das cuenta de que siguen teniendo esa magia especial, de que te siguen encantado. Pero, sobre todo, te das cuenta de que al final de tus cansado días lo único que necesitas es lo mismo que hace años. Necesitas preguntarle a tu madre: ¿Me cuentas un cuento?


Para completar esta pequeña reflexión o dedicatoria hacia los cuentos, os dejo aquí cinco de mis favoritos. Cinco historias que me encantaban y me siguen encantando. Cinco difíciles decisiones, porque un montón de cuentos me han acompañado en mi infancia.



 O SULTÁN E OS RATOS

 








CHOCOLATA











EU NON FUN!













RATO DE CIDADE E RATO DE CAMPO














ADIVINA CUÁNTO TE QUIERO

















Como habéis podido comprobar, la mayoría de los cuentos están en gallego. Eso se debe a que gran parte de los que leía estaban en ese idioma y, curiosamente, solían ser mis favoritos.
Espero que esta entrada os haya transportado un poco al pasado y haga que alguien vuelva a coger su cuento favorito.
Me despido de vosotros con la sensación de estar en mi cama, con mi madre leyéndome "Adivina cuánto te quiero" y con nosotras haciendo el papel de las dos liebres.

                                                                                             
"Te quiero de aquí a la luna y vuelta"                                                                                                   


Laura.

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